Las hormonas son un tipo de moléculas que envían señales y existen en todos los organismos multicelulares, en los humanos incluyen ejemplos conocidos como melatonina, testosterona y cortisol. Influyen en la salud y el funcionamiento del cuerpo y cerebro de muchas formas; a nivel psicológico, afectan el humos, cómo nos comportamos, quién nos atrae (o no) y mucho más.
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Las hormonas son sustancias moleculares producidas por organismos multicelulares que permiten que diferentes partes del cuerpo, incluidos los órganos, los tejidos y el cerebro, se envíen señales y se comuniquen entre sí. En general, a través de estas señales, las hormonas ayudan a regular gran parte de la fisiología y el comportamiento del organismo, incluidos en los humanos, el sueño, la digestión, la función sexual, el estrés y el estado de ánimo. Las hormonas se componen generalmente de aminoácidos, proteínas, ácidos grasos, o se pueden clasificar como esteroides.
Hay docenas de hormonas actualmente conocidas y estudiadas. Aquellas que desempeñan un papel clave en las funciones psicológicas y conductuales incluyen:
- Adrenalina: Una hormona y neurotransmisor secretado principalmente por las glándulas suprarrenales (cerca de los riñones) y algunas neuronas en el cerebro, típicamente durante situaciones estresantes, excitantes o altamente emocionales. También conocida como epinefrina, la adrenalina aumenta la frecuencia cardíaca y el flujo sanguíneo al cerebro y los músculos, lo que le permite al cuerpo reaccionar rápidamente y, si es necesario, participar en la lucha o huida.
- Cortisol: Una hormona producida por la glándula suprarrenal que regula funciones físicas clave, como equilibrar el azúcar en la sangre y amortiguar la inflamación; también ayuda al cuerpo a sobrellevar el estrés. El cortisol se libera regularmente durante todo el día, alcanzando un máximo temprano en la mañana y disminuyendo durante la noche. Cuando te enfrentas a una situación estresante, el cuerpo libera cantidades elevadas de cortisol para prevenir la inflamación y aumentar las reservas de glucosa en la sangre; con el tiempo, niveles altos de cortisol de forma consistente pueden conducir a efectos físicos y emocionales negativos, como el deterioro de la inmunidad.
- Dopamina: Un neurotransmisor y hormona liberada por el cerebro durante actividades gratificantes como comer, el sexo y el ejercicio. Conocida como una hormona de "sentirse bien", la dopamina contribuye a los sentimientos de placer y motiva a los humanos (y a otros animales) a buscar actividades gratificantes. También desempeña papeles clave en el aprendizaje, la atención y la emoción.
- Estrógeno: Una hormona sexual que, aunque está presente en ambos sexos, es en gran parte responsable del desarrollo y funcionamiento sexual femenino. Principalmente producido en los ovarios, el estrógeno ayuda a regular la menstruación, el funcionamiento vaginal y la libido (en ambos sexos). También es vital para la salud del cerebro, ya que desempeña un papel en la regulación emocional, los trastornos del estado de ánimo y la memoria, particularmente a medida que aumenta la edad y que en las mujeres inicia la menopausia.
- Grelina: Una hormona producida principalmente por el tracto gastrointestinal, más notablemente en el estómago, que ayuda a regular el apetito. Cuando se libera la grelina, el apetito aumenta. Una vez que el cuerpo avisa que está lleno, la producción de grelina se ralentiza; esto, junto con el aumento de la hormona leptina, motiva a la persona a dejar de comer. La grelina suele estar regulada por el ritmo circadiano del cuerpo, el momento de la última comida y los niveles de azúcar en la sangre; sin embargo, puede verse interrumpida por factores como el estrés y el sueño deficiente, lo que puede conducir a un apetito desregulado.
- Hormona de crecimiento: Una hormona que estimula el crecimiento, la reproducción celular y la reparación celular. También conocida como hormona de crecimiento humano, o HGH, es producida por la glándula pituitaria. Aunque la producción continúa durante toda la vida, aumenta durante la pubertad para aumentar la altura, la masa muscular y promover el crecimiento y fortalecimiento óseo. La GH también regula el funcionamiento inmune, rejuvenece los tejidos y los órganos, y es un componente esencial de la producción del colágeno, que aumenta la salud de la piel y del cabello.
- Insulina: Una hormona producida en el páncreas que regula el metabolismo y el azúcar en la sangre. La insulina se libera a medida que el cuerpo descompone los carbohidratos en glucosa, lo que permite que la glucosa ingrese a las células donde se usa como energía y lleve el exceso de glucosa al hígado. Aquellos que producen muy poca insulina, o que se vuelven resistentes a sus efectos, a menudo debido a la obesidad, el síndrome metabólico o la genética, pueden desarrollar diabetes.
- Leptina: Una hormona liberada por el tejido adiposo (también conocida como grasa) que funciona en conjunto con la grelina para regular el apetito. Cuando se libera la grelina, el apetito aumenta; la leptina se libera después de que se consume alimento para señalar la plenitud y desalentar la ingesta adicional. El cuerpo que se vuelve cada vez más resistente a los efectos de la leptina con el tiempo es un factor de riesgo para la obesidad; una condición conocida como deficiencia del receptor de leptina también puede promover la obesidad (y la angustia psicológica) al desencadenar un apetito casi constante.
- Melatonina: Una hormona liberada principalmente por la glándula pineal del cerebro que regula el ciclo de sueño-vigilia del cuerpo. Los niveles de melatonina suben y bajan naturalmente a lo largo del día, alcanzando un máximo por la noche (para promover la sensación de somnolencia antes de acostarse) y alcanza sus niveles más bajos por la mañana. Si bien el ciclo de la melatonina está fuertemente influenciado por el ciclo de 24 horas del día y de la noche, también puede verse afectado por los alimentos, la actividad física, la genética y los viajes.
- Norepinefrina: Una hormona y neurotransmisor liberado por el cerebro y las glándulas suprarrenales. Entre otras funciones, la norepinefrina es crítica para la respuesta de lucha o huida. En el cerebro, ayuda a regular la atención, el estado de alerta, la vigilancia y la ansiedad; en el cuerpo, el aumento de los niveles de norepinefrina acelera la frecuencia cardíaca, la respiración y la presión arterial. Al igual que la adrenalina, la producción de norepinefrina aumenta durante situaciones estresantes o emocionantes.
- Oxitocina: Una hormona y neurotransmisor producido por el hipotálamo y liberado por la glándula pituitaria. Conocida coloquialmente como la "hormona del amor", la oxitocina juega un papel clave en la socialización, las relaciones románticas y la conexión entre padres e hijos, ya que se libera durante las actividades grupales, el contacto físico, la estimulación sexual, el parto y la lactancia. Sin embargo, la oxitocina también puede desencadenar la agresión hacia personas ”fuera del grupo".
- Progesterona: Una hormona sexual implicada principalmente en el ciclo reproductivo femenino. Aunque también es necesario para la función sexual masculina (ya que ayuda a la producción de testosterona), las funciones principales de la progesterona son regular el ciclo menstrual, el desarrollo de las características sexuales femeninas, como los senos y el embarazo. En las mujeres, la progesterona se produce en los ovarios y funciona en conjunto con el estrógeno.
- Testosterona: Una hormona sexual que es el principal impulsor del desarrollo sexual masculino y la libido; también juega un papel más pequeño en el funcionamiento sexual femenino. A menudo se considera a la testosterona como un impulsor de la agresión, y aunque juega un papel en la agresión hasta cierto punto, también afecta las habilidades del lenguaje, el funcionamiento cognitivo, el crecimiento y la salud física. La testosterona se produce en los testículos de los hombres y en los ovarios de las mujeres.
- Vasopresina: Una hormona producida por el hipotálamo y liberada por la glándula pituitaria que tiene varias funciones fisiológicas, incluyendo la regulación de la presión arterial y la función circulatoria. Investigaciones recientes (especialmente en animales) sugieren que la vasopresina también puede desempeñar un papel en trastornos como el autismo, así como trabajar junto con la oxitocina para promover la vinculación social.
El sistema endocrino es una red de glándulas y otras estructuras en todo el cuerpo que sintetizan y secretan hormonas. Las glándulas endocrinas liberan hormonas en el sistema circulatorio, donde viajan a través del torrente sanguíneo a diferentes órganos para regular el metabolismo, el crecimiento, el estado de ánimo y otros aspectos clave de la salud mental y física. Las estructuras primarias en el sistema endocrino incluyen la glándula suprarrenal, la glándula pineal, la glándula pituitaria, los ovarios y los testículos, el páncreas y el hipotálamo.
La función principal de las hormonas es comunicarse entre los órganos y los tejidos de todo el cuerpo para regular la fisiología y el comportamiento. Esto puede incluir la regulación de funciones físicas como la respiración, la digestión, la lactancia o el crecimiento; las hormonas también juegan un papel en actividades de comportamiento como el sueño, el estado de ánimo, el movimiento y la función sexual.
Actualmente se cree que hay más de 70 hormonas en el cuerpo humano.
Las hormonas son moléculas que envían señales, que son secretadas por las glándulas endocrinas y que facilitan la comunicación entre varias partes del cuerpo, incluidos los tejidos, los músculos, las células nerviosas y los órganos. Los neurotransmisores son moléculas que envían señales que transmiten mensajes específicamente de las células nerviosas a sus objetivos, incluidas otras células nerviosas, células musculares o glándulas.
Sí, ciertos químicos pueden clasificarse como hormonas y neurotransmisores. Estos incluyen la dopamina, la oxitocina y la norepinefrina, entre otros.
Las hormonas son conductores silenciosos del comportamiento y la personalidad, y sus huellas moleculares están en innumerables actividades y ocurrencias del día a día, que van desde la atracción hasta el apetito. Décadas de investigación biológica y psicológica han encontrado que ciertas hormonas están asociadas con rasgos específicos, emociones y comportamientos, pero en realidad, el sistema endocrino humano es tan complejo que el mismo químico puede comportarse radicalmente diferente de persona a persona. Las hormonas afectan a las personas de diferentes maneras a lo largo de sus vidas, y los niveles hormonales pueden aumentar dramáticamente en las transiciones físicas o emocionales. Los nuevos padres reciben una oleada de hormonas, por ejemplo, al igual que los jugadores novatos en equipos deportivos y los pre adolescentes que ingresan a la escuela secundaria.
Las hormonas afectan el comportamiento de formas innumerables y complejas que a menudo dependen de la situación. La testosterona, por ejemplo, ha sido relacionada con el comportamiento agresivo o antisocial y la competitividad en situaciones que lo requieren. Por otro lado, en situaciones no competitivas, la testosterona ha sido asociada con la protección, la generosidad y el comportamiento prosocial.
Las hormonas juegan un rol en la agresión, el dominio, la aversión al riesgo, la calidez, la generosidad y otros elementos que determinan cómo alguien se comporta, piensa y siente. La conexión de las hormonas con los modelos de personalidad como los Cinco Grandes es menos clara, aunque algunos estudios han encontrado, por ejemplo, que los niveles más altos de testosterona y dopamina están vinculados a una mayor extraversión.
Los aumentos en hormonas como la oxitocina y la dopamina pueden generar sentimientos de felicidad, satisfacción o excitación, mientras que los niveles bajos en hormonas como el estrógeno y la progesterona pueden desencadenar cambios de humor con carga negativa. Las bajas en la testosterona pueden correlacionarse con un estado de ánimo bajo; la testosterona excesiva puede desencadenar rabia o agresión.
El cortisol es un jugador clave en el ciclo de sueño-vigilia, alcanzando un máximo por la mañana para promover la vigilia antes de disminuir naturalmente a lo largo del día para inducir somnolencia. El estrés estimula el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA), que funciona como parte del sistema nervioso y endocrino, para liberar cantidades excesivas de cortisol. Tal sobreactivación del eje HPA puede aumentar la excitación física y mental por la noche, interrumpiendo el sueño. Si bien es poco probable que una noche de sueño deficiente cause daños graves, la exposición frecuente al estrés y al exceso de cortisol puede provocar graves problemas de salud con el tiempo. (El sueño deficiente puede aumentar los niveles de cortisol, lo que puede perpetuar un ciclo de mayor estrés y sueño deficiente).
Aunque a menudo es más fácil decirlo que hacerlo, reducir el estrés diario puede disminuir significativamente los niveles de cortisol. Además de bajar la frecuencia de enfrentarse a situaciones estresantes (por ejemplo, cambiar de trabajo o terminar una relación infeliz), las estrategias de reducción de estrés ampliamente utilizadas incluyen ejercicio regular, llevar una dieta saludable, meditar, practicar la respiración profunda o tratar patrones de pensamiento inductores de estrés con terapia cognitivo-conductual.
La hormona melatonina es fundamental para dormir. El cuerpo produce melatonina naturalmente durante todo el día en correspondencia con el ciclo día-noche de 24 horas, alcanzando un máximo por la noche cuando es hora de irse a la cama y alcanza sus niveles más bajos por la mañana. Los niveles altos de melatonina en el torrente sanguíneo aumentan la sensación de somnolencia; por lo tanto, algunas personas pueden tomar suplementos de melatonina para inducir el sueño. Sin embargo, la exposición a la luz temprana de la mañana, el ejercicio regular y una dieta rica en frutas y verduras también pueden ayudar al cuerpo a regular su ciclo de melatonina e inducir el sueño en un momento ideal.
El impulso humano de comer (y detenerse cuando estás saciado) es controlado en gran medida por las hormonas. Cuando el cuerpo libera la hormona grelina, por ejemplo, el apetito aumenta, mientras que la liberación de leptina (típicamente después de que se consume una comida) disminuye el apetito. La liberación de grelina y leptina fluctúa a lo largo del día y está influenciada por el ritmo circadiano del cuerpo, el momento de la última comida y la cantidad de comida que se consume. Sin embargo, la falta de sueño, el estrés u otros factores fisiológicos pueden conducir a aumentos o disminuciones en las cantidades de hormonas que pueden interrumpir el apetito.
Cuando las personas piensan en las hormonas sexuales, a menudo la testosterona y el estrógeno son las primeras que vienen a la mente, por razones que no son sorprendentes. Las hormonas sexuales son críticas para la función sexual, la libido y la reproducción, áreas de gran interés para muchos adultos, y también tienen un papel en los lazos románticos y las relaciones a largo plazo. Sin embargo, a pesar de su renombre, las hormonas sexuales son más complejas de lo que se conoce ampliamente. Y aunque ciertamente influyen en el comportamiento sexual, no son el único impulsor de la satisfacción sexual y romántica de un individuo.
Estudios anteriores han encontrado que durante la ovulación (cuando los niveles de hormonas como el estrógeno aumentan), las mujeres heterosexuales se sienten más atraídas por los hombres con caras "masculinas" (mandíbula fuerte, cejas pobladas, etc.) Sin embargo, la investigación más nueva y más rigurosamente diseñada encuentra poca correlación entre la ovulación y las preferencias de pareja de las mujeres, lo que sugiere que el papel de las hormonas en el gusto sexual de las mujeres puede ser exagerado.
La investigación ha encontrado que las mujeres heterosexuales parecen estar más interesadas en el sexo durante la ovulación, tanto con una pareja a largo plazo como con hombres fuera de la pareja. Las razones evolutivas de esto tienen sentido, ya que desear tener sexo durante el período fértil de la ovulación las haría más propensas a concebir.
La testosterona puede aumentar la preferencia de los hombres heterosexuales por las mujeres con rostros más femeninos, según la investigación, al menos para las relaciones a corto plazo. Algunas pruebas sugieren que los hombres con niveles elevados de testosterona se sienten menos atraídos por las mujeres femeninas para las relaciones a largo plazo, tal vez, los investigadores sugieren, porque se ha encontrado que las mujeres con rasgos faciales más femeninos son percibidas como más promiscuas.
Las hormonas juegan papeles clave en el deseo, el amor y el apego. La atracción temprana, por ejemplo, es impulsada por la testosterona o el estrógeno; una vez que se ha formado un vínculo, la dopamina (asociada con la recompensa) alienta a alguien a pasar más tiempo con su nueva pareja. La oxitocina crea un deseo de nutrir a su pareja, sentando las bases para un compromiso más duradero.
Sí. En las mujeres, el estrógeno (que alcanza su punto máximo durante su época más fértil del mes) se correlaciona con un mayor deseo sexual; tener progesterona más alta, por otro lado, puede disminuirla. En los hombres, la testosterona alimenta el deseo sexual, y los niveles bajos pueden resultar en disfunción sexual y deseo silenciado.
Dado que las hormonas sirven a una amplia gama de funciones en la mente y el cuerpo, pueden desencadenar síntomas físicos o psicológicos desagradables, o incluso afecciones médicas, cuando se desequilibran. Los desequilibrios hormonales o los trastornos endocrinos no siempre son fáciles de identificar, y pueden requerir pruebas médicas para diagnosticarse correctamente. Pero mientras que los trastornos endocrinos pueden requerir un tratamiento médico formal, ciertos desequilibrios hormonales pueden tratarse con cambios en el estilo de vida o abordando los síntomas directamente. Sin embargo, en algunos casos, se pueden administrar hormonas suplementarias para corregir los desequilibrios.
En última instancia, las hormonas, (incluso la misma hormona), pueden servir para una amplia gama de funciones, desde ralentizar el crecimiento hasta estimularlo, y desde activar el sistema inmune hasta inhibirlo. Hay pocas cosas del cuerpo humano en las que las hormonas no desempeñen un papel; como resultado, cuando los niveles hormonales se desequilibran, los efectos pueden aparecer de varias maneras.
Se dice que un desequilibrio hormonal ocurre cuando hay niveles muy altos o bajos de una hormona en particular en el torrente sanguíneo. Puede desencadenar síntomas físicos o psicológicos negativos, como inestabilidad en el estado de ánimo o depresión, aumento o pérdida de peso, ciclos menstruales interrumpidos, fatiga frecuente, dolor muscular o una amplia gama de otros síntomas.
Las personas que sospechan un desequilibrio hormonal deben consultar con un profesional médico para medir los niveles hormonales y probar otras posibles causas de síntomas negativos. Si se identifica un desequilibrio hormonal, el tratamiento puede incluir terapia de suplementos hormonales o medicamentos de bloqueo hormonal (como medicamentos antiandrógenos). Los cambios en el estilo de vida, como perder peso o llevar una dieta más saludable, también pueden ayudar al cuerpo a regular mejor sus hormonas.
Los trastornos endocrinos comunes incluyen hipo e hipertiroidismo (donde la tiroides produce muy poca o demasiada hormona tiroidea), gigantismo (en el que la glándula pituitaria produce cantidades excesivas de la hormona de crecimiento) y el síndrome de ovario poliquístico, o SOP (en el que el cuerpo femenino produce cantidades excesivas de andrógenos).
Las hormonas se utilizan para tratar una amplia gama de condiciones médicas. Los objetivos comunes de la terapia hormonal incluyen los síntomas de la menopausia, el síndrome de ovario poliquístico, baja testosterona, diabetes o hipotiroidismo. Las hormonas también se pueden administrar como parte de la terapia de afirmación de género para las personas transgénero.
La terapia hormonal a veces puede ayudar con los síntomas de la depresión, pero rara vez se usa como un tratamiento de primera línea. Sin embargo, se ha demostrado que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) en mujeres menopáusicas, junto con la terapia de testosterona en hombres con baja testosterona, mejora el estado de ánimo en algunos casos. Los cambios de humor perimenopáusicos, por ejemplo, pueden responder a la TRH.
Se ha demostrado que los niveles elevados de cortisol, que son el resultado típicamente por estrés crónico, afectan la función inmune, reducen la densidad ósea, estimulan el aumento de peso y aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas. El aumento de los niveles de la hormona del estrés por largos períodos de tiempo también se asocia con una menor esperanza de vida.
Los niños expuestos al estrés crónico, que conduce a niveles excesivos de las hormonas del estrés epinefrina (adrenalina), norepinefrina y cortisol, pueden experimentar un retraso en el crecimiento, una afección conocida como baja estatura psicosocial. Las hormonas del estrés inhiben las funciones corporales clave como la digestión y la reparación celular (con el fin de dirigir la energía a la respuesta de lucha o huida), así como la producción de la hormona del crecimiento. Con el tiempo, esto puede conducir a una reducción de la densidad ósea, la masa muscular y la altura. Sin embargo, la evidencia sugiere que los niños que dejan entornos abusivos o estresantes pueden "ponerse al día" y recuperar gran parte de su altura perdida.
El hambre excesiva puede ser hormonal. Las personas que tienen defectos en la forma en que su cuerpo produce o responde a la leptina, por ejemplo, pueden encontrar que su apetito es mayor del necesario para mantener su peso corporal, lo que puede conducir a la obesidad y/o angustia psicológica. En casos raros, los médicos pueden administrar leptina para ayudar a estos individuos a frenar su apetito.
La testosterona es lo que hace a los hombres tan varoniles. La oxitocina es la “hormona del amor.” Y el cortisol es responsable por el estrés, ¿verdad?
No exactamente. De hecho, la mayor parte de lo que la persona promedio entiende sobre el papel de las hormonas es una versión muy simplificada de cómo funcionan realmente en el cuerpo humano. En realidad, la testosterona es necesaria tanto para hombres como para mujeres. La oxitocina puede estimular sentimientos agradables e incentivar los lazos cercanos, pero también se ha relacionado con sentimientos de prejuicio social. Y el cortisol ayuda al cuerpo a lidiar con situaciones estresantes; es solo cuando hay demasiado durante demasiado tiempo que comienza a tener efectos negativos.
La oxitocina se produce en el cerebro durante el sexo, el parto, la lactancia y otras actividades que promueven estrechos vínculos entre las parejas románticas, padres e hijos, o grupos sociales cercanos, de ahí viene su reputación como la “hormona del amor”. Pero también puede fomentar el comportamiento negativo. En estudios sobre humanos y animales, se demostró que la estimulación de los receptores de oxitocina en el cerebro desencadena la agresión, una mentalidad de "nosotros contra ellos", la evitación social o la deshonestidad, todos dirigidos hacia los miembros fuera del grupo. Es probable que ese comportamiento priorice el bienestar del "grupo", fomentando así aún más los lazos sociales de una familia o tribu.
Sí. A pesar de la asociación más conocida de la testosterona con el comportamiento y el desarrollo masculino, la testosterona es realmente importante para ambos sexos, particularmente cuando se trata de sexualidad. Los estudios muestran que las mujeres con disminución de la testosterona (producida en los ovarios y la glándula suprarrenal) muestran una disminución notable de la libido; en algunos casos, tratar a estas mujeres con testosterona puede ayudar a superar un bajo deseo sexual.
Tanto los hombres como las mujeres tienen estrógeno, y en los hombres, las cantidades normales de estrógeno funcionan en conjunto con la testosterona para producir esperma y reforzar la libido. Sin embargo, el exceso de estrógeno en los hombres puede provocar efectos secundarios negativos, que incluyen crecimiento de los senos, disfunción eréctil, infertilidad y reducción del deseo sexual. Los hombres que sospechan que tienen altos niveles de estrógeno deben consultar con un médico.
El cortisol no causa estrés; más bien, es liberado por el cuerpo en respuesta a situaciones estresantes. Sin embargo, el exceso de niveles de cortisol, particularmente durante largos períodos de tiempo, puede conducir a efectos fisiológicos y de comportamiento negativos, como un sistema inmune debilitado o una mayor ansiedad, que podrían hacer que alguien sea más vulnerable al estrés más adelante.
La teoría de la "fatiga suprarrenal" postula que el estrés a largo plazo o repetido puede "quemar" las glándulas suprarrenales del cuerpo, haciéndolas incapaces de producir las hormonas necesarias para responder a nuevos factores estresantes. Los síntomas de la llamada fatiga suprarrenal incluyen cansancio frecuente, dolores corporales, pérdida de peso y "niebla cerebral". Sin embargo, mientras que los endocrinólogos aceptan que las glándulas suprarrenales pueden producir cantidades insuficientes de hormonas clave (a menudo como resultado de una enfermedad subyacente), no hay una base científica para la idea de que la exposición repetida al estrés hace que fallen.
La "fatiga suprarrenal" no es un diagnóstico médico aceptado, y algunos remedios dirigidos a tratar la fatiga suprarrenal pueden ser peligrosos. Los síntomas de fatiga, lentitud mental, debilidad muscular o pérdida de cabello pueden ser causados por muchos otros diagnósticos aceptados y tratables, como anemia, trastornos autoinmunes o apnea del sueño, entre otros.
Algunas personas, a menudo llamadas "buscadoras de sensaciones" o "buscadoras de emociones", desean y buscan activamente situaciones que les produzcan una descarga de adrenalina, como deportes extremos o trabajos peligrosos, y pueden sentirse infelices o agitadas cuando no pueden participar en actividades que estimulan la adrenalina. Aunque a estas personas a menudo se les llama "adictas a la adrenalina", el DSM actualmente no reconoce la adicción a la adrenalina como un diagnóstico formal. Sin embargo, la evidencia sugiere que los buscadores de sensaciones pueden ser más vulnerables a otras adicciones, como el abuso de sustancias.
Se han documentado casos de la llamada "fuerza histérica", en los que alguien en medio de un estrés intenso puede mostrar una fuerza extrema o valentía. Alguien cuyo hijo está atrapado debajo de un automóvil, por ejemplo, puede ser temporalmente capaz de levantar el vehículo pesado con el fin de liberar a su ser querido. Aunque la comprensión científica de la fuerza histérica es limitada (ya que no es posible recrear tales situaciones de vida o muerte en entornos de laboratorio), los investigadores sospechan que los niveles extremadamente altos de adrenalina y norepinefrina dirigen niveles elevados de oxígeno y sangre a los músculos, lo que les permite realizar hazañas que, en condiciones normales, sería imposible. Sin embargo, una descarga moderada de adrenalina, como la que ocurre cuando se monta en una montaña rusa, no resultará en una fuerza sobrehumana.